El beso
Dos mujeres se besan en esta tierna obra.
Dos lesbianas besándose en una cama. Ya habíamos visto una obra similar de Lautrec y es que hacia finales de 1892, se le encargó al pintor que decorara las paredes de los salones del burdel de la Rue d’Amboise.
Durante ese tiempo Lautrec tuvo la oportunidad de estudiar el estilo de vida de las prostitutas muy de cerca y le fascinó descubrir que muchas de ellas estaban enamoradas. No se le ocurrió mejor manera de plasmar el amor que pintando un óleo sobre cartón de los besos que veía tan a menudo, sin ningún tipo de carga erótica. Pura y simple ternura e intimidad.
Las dos mujeres son pintadas en escorzo para que sólo veamos sus rostros y brazos, mostrando un momento de amor sincero más allá del amarillismo o el morbo que pretendían muchos de los contemporáneos de Lautrec, que en sus pinturas sáficas cargaban hacia el arte erótico más bien dirigido al disfrute del espectador masculino, o hacia la caricatura.
Y si alguien sabía de caricaturizar, ese era Henri de Toulouse-Lautrec. Sin embrago decidió representar a estas mujeres enamoradas como sus iguales.
«Pinto las cosas tal como son. No hago ningún comentario». Estas son palabras de Lautrec, que efectivamente sabía que nadie es nadie para juzgar a nadie.
Tengamos en cuenta la modernidad pasmosa de estas obras, no sólo por el -hasta ahora inédito- uso del color y la aplicación de la pintura, sino por su tema, que les volaría la cabeza a la siguiente generación de artistas: los expresionistas, como Egon Schiele, que tendría muy en cuenta esta obra para buena parte de su producción artística.