El emigrante
La Galicia emigrante.
La pintura de Castelao puede parecer costumbrista, un retrato de la realidad gallega casi estereotípica, con sus paisajes, sus gentes y su ideosincrasia, sin embargo no hay que rascar demasiado para que salga a la luz el verdadero trasfondo político y social que acompañó la práctica totalidad de su obra artística y literaria.
Su obra refleja un fuerte compromiso ético, social y político, retratando un país con sus luces y sombras, un país lleno de maravillas y de miserias a partes iguales que el artista plasma sin tapujos, tamizado desde ese expresionismo, esa pequeña deformación que quizás ayude a comprender mejor la realidad.
Más aún si pinta cuadros de enorme formato como este, con vocación de mural, en la que nos muestra uno de los temas más dolorosos del pasado y presente de la realidad gallega: la emigración.
Un retrato de un emigrante que se marcha de su tierra con la esperanza de encontrar una vida mejor y se ve obligado a abandonar no solo su hogar, sino su paisaje, su cultura, su identidad, cosa que sabemos es imposible para cualquier gallego.
El paisaje acompaña la pena de su marcha, con tonos apagados, ese árbol sin hojas y un niño agachado bajo el horreo —quizás el futuro de su pueblo— contemplando el éxodo de un pueblo tocado desde siglos atrás por el amor y la pena, la morriña, el dolor, la esperanza… un cúmulo de emociones fermentadas en un sentimentalismo primigenio.
Galicia tuvo a su artista más representativo en Castelao, sin duda, que llegó a decir: si sacáis lo que hay de gallego y de humano en mi obra no quedaría nada de ella.