El holocausto, por David Olère
Olère vivió personalmente el infierno y obras como esta sirvieron para confirmar el holocausto, que se cobró la vida de millones de hombres, mujeres y niños.
«La incapacidad laboral» muestra el destino de los deportados que no podían realizar las tareas ordenadas por los oficiales de las SS en los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Unos eran enviados a la izquierda, otros a la derecha. Así de simple.
Este escalofriante cuadro está ambientado en el campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia, y vemos en primer plano a una familia de seis personas, incluído un bebé, que acaban de llegar en tren. Todos los días llegaban al campo miles de personas como esta familia, exhaustas y de piel ceniza, y si no podían trabajar eran llevados directamente a las cámaras de gas.
Sobre la familia vuela un espectro transparente que evoca precisamente a los miles de cuerpos que eran cremados a diario y salían en forma de humo por las chimeneas de ese infierno.
En el lado izquierdo vemos el brazo de un SS que sostiene un arma y al fondo vemos a cientos de personas trabajando en esa fábrica de la muerte, cargando los cadáveres de su propio pueblo entre alambradas y chimeneas que no dejaron de quemar cuerpos todos los días durante años.
El artista superviviente.
David Olère vivió en primera persona todo esto. Gracias a sus habilidades artísticas, pudo sobrevivir como Sonderkommando, siendo testigo de todas las atrocidades que en ese lugar ocurrieron.
Cuando el campo fue liberado, Olère fue uno de los pocos artistas que pudo dar testimonio sobre el holocausto, y contribuyó a que todo eso fuera probado. El pintor fue de los pocos seres humanos con vida en ver las cámaras de gas (que él se encargaba de vaciar cada día) y los hornos crematorios (que él llenaba de los cadáveres de esta gente) y pintó esas atrocidades tanto como catarsis como para documentar el horror.
El artista realizaría otros miles de dibujos y pinturas sobre el día a día en el campo, pero «La incapacidad laboral» ilustra lo que pudo ser el ambiente al llegar a ese lugar. De hecho, todas las películas sobre el holocausto bebieron del arte de Olère para plasmar la maldad de la que somos capaces.