El lavatorio
Mil cosas que ver.
Durante la última cena, Cristo se levanta y se pone a lavar los pies de sus apóstoles (el primero debe ser Pedro, calvo y con barba). Esa escena del Evangelio de Juan es la excusa de Tintoretto para pintar este espléndido cuadro de más de 5 metros que podemos contemplar en el Prado de Madrid.
Sin embargo, este lavado de pies es solo un pequeño fragmento plasmado a la derecha. El conjunto del lienzo contiene numerosas pequeñas escenas, situadas todas en un recinto de arquitectura clásica en perspectiva lineal ligeramente descentrada (se ve muy bien si observamos las baldosas del suelo), en el que hasta podemos ver incluso una barca navegando por un canal (evidentemente Tintoretto hace referencia a su querida Venecia).
Entre estas mini-escenas podemos contemplar desde a un perro en el centro del cuadro (representando la fidelidad, quizás, de sus discípulos) hasta a los apóstoles descalzándose, rezando o quitándose incluso los calzones.
No hay jerarquías. Para Tintoretto todo vale igual. Al fondo, hasta se puede observar la última cena en la penumbra, una cena dentro de la cena, pintada casi como un esbozo, pero llena de fuerza frente a esa luz fría que ilumina toda la escena y da una sensación de irrealidad.