El niño jugando con aro
La belleza geométrica.
El niño jugando con aro es una obra plástica puramente cubista en sus formas, composición y colores. El cubismo rompió con las directrices de lo clásico para adquirir una mayor fuerza en la expresión. Mediante formas geométricas y la intersección de los planos de éstas se construye la imagen. María Blanchard en esta escena nos muestra un estilo depurado y ordenado donde experimenta con las líneas y las superficies. Como si fuese un puzzle, yuxtapone las piezas, conformando así la figura del pequeño con su aro.
El rostro del niño lo encontramos de perfil con un único ojo mirando al frente como dicta la base del cubismo. La imagen del pequeño compuesta por rectángulos y círculos transmite un ligero movimiento en bloque al subir por una escalera, contrariamente a la obra Desnudo bajando una escalera nº2 a la que Marcel Duchamp descompone la figura femenina, al hacerla descender.
Los colores grises, marrones, verdes de El niño jugando con el aro entran en el rango de colores de la primera época cubista, pero la artista le añade un rojo decorativo y encendido que le aporta a la obra una belleza que ella siempre ansió. Esta búsqueda desesperada por la belleza plástica se debió a las características físicas que la pintora sufría. Los problemas de vértebras de su columna le habían limitado las relaciones sociales, sobre todo, en sus primeros años en España.
El cubismo de María Blanchard lució con fuerza hasta que poco a poco fue encontrando un estilo más personal figurativo. En el total de su obra apreciamos un abanico de escenas protagonizadas por niños y madres con sus bebés. En ellas nos muestra esos personajes melancólicos que muy posiblemente son el espejo de su propia existencia no lograda. El niño jugando con aro transmite tranquilidad, paz y armonía reflejo de sus sentimientos y anhelos más profundos.