El rey bebe
Retrato de una borrachera colectiva.
Jordaens pintó varias versiones de este tema, la fiesta de la Epifanía (6 de enero), que en Flandes se celebraba con reuniones familiares llenas de comida, bebida y juerga desmesurada.
Por lo visto, este día se escondía un haba dentro de una tarta, y a quien le tocara se convertía en el “rey de la fiesta”, un título que permitía al agraciado vestirse con una corona de papel y comer y beber hasta la extenuación, aunque por desgracia era el encargado de costear la fiesta.
En este caso, Jordaens elige como rey al más viejo de la fiesta, y por supuesto el rey es el centro de la composición. Lo rodea un séquito de borrachos, gaiteros y todo tipo de personajes entregados al exceso (algo por lo visto bastante típico en el barroco flamenco) que son representados con tanto dinamismo que parecen moverse en el cuadro.
En ese etílico tumulto vemos a tipos de lo más bizarro vomitando, cantando y brindando. Los invitados a la fiesta fuman y beben como si no hubiera un mañana e incluso una mujer le dan azotes en el culo a un niño (o quizás cambiándole los pañales, no está muy claro) que seguramente es el único que no se lo está pasando bien en semejante parranda.