Escena de peste I
Cronista pandémico
En pleno pico de la gran «pestilenza» o peste de Nápoles (junio de 1656), y ante la impotencia general, las autoridades decidieron declarar oficialmente a la ciudad bajo la protección de la Inmaculada Concepción. Esto se concretó con el encargo a un grabador, Nicolás Perrey (de origen francés) de una imagen para reproducir y repartir masivamente entre la población. En dicha estampa se podía ver en el cielo a la Inmaculada flanqueada por tres santos de gran devoción napolitana y, por debajo, una escena de la terrible peste en la ciudad.
Debió parecerles una muy buena idea porque, poco después de pasada la epidemia, realizaron un proyecto de enorme envergadura: en siete puertas de acceso a la ciudad se pintarían grandes frescos siguiendo la misma iconografía del grabado de Perrey, para evitar «la entrada» de futuras pandemias. Todo se le encarga a un conocido pintor llegado a Nápoles poco antes de la peste, Mattia Preti, que terminó el encargo en 1659.
Estos frescos han tenido mala evolución: apenas una década más tarde se vieron muy afectados por un terremoto y la intemperie hizo el resto. Hoy en día sólo queda uno de estos murales, el de la puerta de San Genaro, que se ve permanentemente deteriorado por la contaminación. En mayo de 2021 fue inaugurada su más reciente restauración.
También quedan en el maravilloso Museo de Capodimonte de Nápoles los bocetos de otras dos puertas desaparecidas, que reflejan la evidente pericia de Preti para, basándose en el arcaizante grabado de Perrey, hacer composiciones plenamente barrocas y de enorme calidad. El criterio de una división clara entre el mundo celestial (al que se le implora ayuda) y el mundo terrenal (con crudísima exposición de los terribles efectos de la peste) se mantiene.
El encargo de las autoridades a Pretti es posible que tuviera que ver con que éste, décadas antes, había realizado cuatro cuadros (de los que quedan tan sólo dos), que reflejaban de forma detallada las consecuencias de la peste. Ese tipo de imágenes extremadamente trágicas son las que utilizó posteriormente en la parte inferior de los murales.
Uno de esos cuadros, el más impactante, refleja los muertos tirados por las calles y su retirada de las casas para llevarlos fuera de la ciudad. Está organizado en dos planos: detrás, el transporte de los muertos y, en primer plano, el caótico despliegue de heridos y muertos por doquier. La dramática utilización de bebés (incluso uno intentando mamar de su madre ya fallecida) está basada en un cuadro realizado unos años antes por Nicolas Poussin, titulado La plaga de Azoth.
Los cuadros y los murales lo convierten así en el reportero más importante de las catastróficas pandemias de peste en el trágico siglo XVII, reflejo de lo que Pretti, sin duda, tuvo que vivir en carne propia.