Fantasmas en un árbol
Noche y niebla.
Franz Sedlacek hace su magia con esta pintura tan intensa. Como químico que era, experimentaba con nuevas formas de usar el óleo y el esmalte, y jugaba con la superposición de capas de pintura transparentes. Pero sus experimentos para acelerar el proceso de secado a veces tenían efectos secundarios impredecibles como es un fuerte oscurecimiento, cosa que a pinturas como esta le vienen como anillo al dedo.
Y es que este tipo de paisajes de estilo romántico (parece que a Sedlacek le gustaba el estilo de Friedrich y de otros románticos germanos), hacen uso de una luz casi teatral, casi expresionista, y ese crepúsculo entre el día y la noche gana mucho si se oscurece un poco.
Sedlacek pinta aquí unas aves reposadas en las ramas de un árbol mortecino y sin hojas. La luz de la luna ilumina a esta especie de buitres, que si nos fijamos bien, tienen cabezas de pálidas calaveras.
El artista parece mirar a Goya para crear estas criaturas idénticas, que acechan en la noche.
Sedlacek pintó esta pintura en ese año tan simbólico para Alemania como fue 1933. Una premonición de la noche que se acercaba, aunque hay que recordar que Sedlacek era un nazi de tomo y lomo. Soldado y químico —artista de noche— luchó activamente en la Segunda Guerra Mundial, y de hecho, desapareció en combate una noche de 1945. Su cuerpo nunca apareció. Quizás su alma esté ahora en un árbol como este.