Figura escribiendo reflejada en un espejo
Retrato de su amante... y de él mismo.
Bacon retrata de nuevo a su socio y amante, George Dyer, y lo hace siendo fiel a su estilo. De hecho, esta pintura se puede calificar como una especie de catálogo de las características de referencia de la obra del pintor irlandés: un interior, figuras retorcidas, espejos que muestran a otra figura distinta, mobiliario, periódicos en el suelo…
La figura masculina aparece en ropa interior blanca y es muy semejante a cientos de obras que retratan a George Dyer, que se acabó suicidando a vísperas de la importante retrospectiva de Bacon en el Grand Palais de París en octubre de 1971. Pero muchos quisieron ver el autorretrato del propio Bacon, por lo que quizás esta obra sea un doble retrato.
Esta obra es además la única pintura de Bacon que muestra a alguien escribiendo, y eso que es sabido que el pintor tenía una verdadera obsesión con la literatura, sobre todo obras como “La Orestíada” o piezas del escritor T. S. Elliot.
También es una obra curiosa por no pertenecer a un tríptico, como la mayoría de pinturas de Bacon.
El artista murió en Madrid en 1992. Tenía de 82 años y ya era considerado uno de los artistas más importantes e influyentes del siglo XX.