Tres estudios para el retrato de Lucian Freud
Retrato de su amigo, colega y compañero de generación.
Introvertido y reservado, Lucian Freud encuentra en Francis Bacon el compañero y la influencia más sólida durante los años 50 y 60. Ambos colaboraron al servicio del trabajo pictórico del otro, como observamos en esta obra: Tres estudios para el retrato de Lucian Freud (1962). La amistad que cultivan se asienta sobre las inquietudes intelectuales de ambos, al mismo tiempo que comparten horas de ocio y excesos nocturnos.
Por las reducidas dimensiones de su estudio, sabemos que Bacon componía individualmente los óleos que formaban sus trípticos, buscando la unión en el conjunto final y no durante el proceso compositivo. La impresión que denota esta obra es de inmediatez y concreción, marcada por la paleta de rojos intensos que proporcionan dosis penetrantes de inquietud al rostro retratado.
El gesto del protagonista se encuentra más próximo a la mueca, atrayendo el foco de atención en la parte central del cuadro, donde hallamos la boca y la nariz distorsionadas por el movimiento del trazo. Entre los dos primeros lienzos y el tercero se aprecian cambios de ángulo en la perspectiva y los tonos rojos del fondo, que tienden hacia el granate más opaco. El conjunto conduce la vista a través del tríptico por un recorrido expresivo que transita hacia cierta atmósfera de serenidad final, relajando la tensión anterior.