Friederich Nietzsche
Humano, demasiado humano.
El arte es el gran estimulante, lo que nos impulsa eternamente a vivir, a vivir eternamente.
Friederich Nietzsche
El banquero sueco Ernest Thiel tenía, además de mucha pasta, dos ídolos: uno era Nietzsche y el otro Munch. Thiel llegó a ser el mayor coleccionista de pinturas del artista fuera de Noruega y había traducido al sueco los escritos paridos por el filósofo. Es lógico que le encargara al expresionista un cuadro donde podía unirlos a los dos.
No sabemos si Munch llegó a conocer personalmente a Nietzsche, pero sí conoció bien su obra y realizó esta y otras pinturas sobre el pensador alemán y lo cierto es que existe una unión de espíritu, por así decirlo, entre estas dos figuras.
Ambos eran tipos solitarios, un poco pesimistas, malinterpretados, marginados y ambos rozaban de alguna manera la locura. Dos temperamentos gemelos.
En este retrato de Nietzsche, Munch une naturalismo y simbolismo. Vemos al filósofo con sus característicos bigotes y cejas, de pie en una barandilla rodeado del paisaje que arde en colores dionisíacos.
Solo las almas ambiciosas y tensas saben lo que es el arte y lo que es la alegría.
Friederich Nietzsche