Galatea de las esferas
Un amor atómico.
Salvador Dalí declaró en múltiples entrevistas su entusiasmo paranoico por las ciencias, por las matemáticas y por la biología molecular, en concreto por la estructura del ADN, que fue descubierto a mediados del siglo XX. Entre las décadas de los años 40 y 50 se ejecutaron una serie de pruebas nucleares. En el mes de agosto del 1945, las explosiones de las bombas en Japón, influenciaron en el artista el interés por la energía nuclear que más tarde plasmó en las obras. Este concepto tomó tanta fuerza en su proceso artístico, que hoy en día, sabemos que el período místico-nuclear del genio ampurdanés es una de las más interesantes de su carrera.
De la serie de cuadros con referencias místicas y científicas, nace una obra de las mas representativas del período. La creación del universo y la del hombre son ciencias que van de la mano en el cuadro Galatea de las esferas. Salvador Dalí, en un juego de ilusiones ópticas, reinventa el rostro de su esposa, átomo a átomo, en una danza gravitatoria en tres dimensiones.
La concepción místico-nuclear se expresa en la obra con destreza en un mapa fragmentado discontinuo de partículas esféricas. El pintor construye una coreografía flotante de átomos de manera similar a lo representado con el ADN en La velocidad máxima de Madonna de Rafael, lo que le aporta movimiento a la escena. Galatea de las esferas es un retrato en el que las moléculas están disgregadas dando profundidad al rostro, en una suerte de aparición religiosa, gracias a las espectaculares perspectivas dalinianas.
El artista crea con maestría una Gala de rasgos dulces e inspirándose en las vírgenes renacentistas de Rafael Sanzio o de Leonardo Da Vinci, Salvador Dalí nos presenta a su esposa y musa en un delirio atómico dentro de un contexto científico-pictórico.
«Cada cuarto de hora y de segundo, la materia está en proceso constante y acelerada de desmaterialización, de desintegración, escapándose de manos de los sabios y mostrándonos así la espiritualidad de toda la sustancia […]».
Manifiesto místico, Salvador Dalí.