Gemelas
Las hermanas Cane.
Boris Grigoriev fue un excelente retratista, como podéis comprobar en la imagen. Pero no solo captaba más que bien el rostro o las poses de los retratados; en sus retratos parece siempre haber una narrativa, una carga emocional que convierte este género pictórico en algo más complejo, más profundo.
Es el caso de este fabuloso cuadro de dos gemelas, pintado en su periodo neoyorquino a principios de los años 20. Grigoriev se recorrió medio mundo después de estallar la Revolución en su país. Exiliado, se convertiría en un viajero infatigable, un trotamundos que pasaría por los más variopintos lugares hasta establecerse definitivamente en Chile.
En esos felices años 20, Grigoriev pasaba por la apabullante New York City y su chispeante comunidad artística acogió este cuadro con entusiasmo.
Las dos retratadas son Katherine y Mary, hijas gemelas de la reputada terapeuta del arte Florence Cane (1882–1952) [1], una de las figuras prominentes de dicho mundillo del arte y cultura neoyorquinos, que incluía a gente tan rematadamente cool como Georgia O’Keeffe, Alfred Stieglitz, Charles Demuth, o Thomas Wolfe.
La pintura fue profusamente aplaudida. Gustó mucho esa técnica retratística impecable y perspicaz, un refrescante cocktail entre la tradición rusa, el influjo de su ídolo Cézanne y el estilo propio grigorievano, pero sobre todo gustaron las narrativas ocultas tras los rostros de esas niñas.