Guernica
La esencia misma del siglo XX y sus horrores.
Cuando invadieron París, los nazis visitaban de vez en cuando el estudio de Picasso para ver si podía delatar a algún artista judío. Este sólo sonreía y les daba una postal con la reproducción de su Guernica. En una ocasión, un embajador nazi cogió la tarjeta y le preguntó con desprecio: ¿Ha hecho usted esto, Monsieur Picasso…?. No —respondió el pintor— lo han hecho ustedes…
La Luftwaffe había bombardeado durante horas la indefensa ciudad de Guernica en 1937, que quedó arrasada dejando sólo escombros. Un bombardeo indiscriminado contra la población civil que marcaría el inicio de las atrocidades típicas de las guerras del siglo XX.
Tras esto, Picasso se sintió obligado a documentar el hecho para las generaciones venideras y pintó la obra para el pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de ese mismo año.
El resultado fue un enorme lienzo de casi 4 metros de alto por más de 8 de ancho que es hoy la ilustración perfecta de los desastres de la guerra, tomando la herencia del arte-denuncia de Goya.
Un arma en sí misma, ya que sirve de instrumento de guerra contra la propia guerra. Picasso pintó su Guernica en blanco y negro, evocando deliberadamente las fotografías de los periódicos para dar una mayor sensación de realidad documental.
Soldados muertos, mujeres llorando (tres retratos de tres de sus amantes), caballos gritando, palomas heridas, toros, fuego, una bombilla iluminando la horrible escena… Un caos moderno para alertar a un mundo que estaba a punto de arder. Sólo esa lámpara que lleva la mujer en su mano y una flor que crece solitaria en el suelo nos dan algo de esperanza de que semejante locura no vuelva a ocurrir.
Aunque desde luego ocurrió más veces, y sigue ocurriendo. Y seguirá… Pensémoslo.