Habitación en Nueva York
La punta del iceberg.
Con vistas a través de una ventana abierta y no desde ella, Hopper nos hace partícipes (o nos convierte en voyeurs) al contemplar a esta pareja.
Decimos pareja porque nos parece lo más lógico, pero…¿realmente lo son? Como afirman muchos historiadores de arte, una de las particularidades en las pinturas de Edward Hopper es que sólo vemos «la punta del iceberg», con este pintor hay mucho más en lo que no se dice, lo que no se ve, en comparación con lo visible.
Volviendo al cuadro, vemos a un hombre y una mujer que permanecen en la misma habitación. La distancia entre ambos es muy pequeña, aunque la «distancia mental» ya es otro asunto.
El hombre, acomodado en un sillón, lee absorto el periódico. La mujer se ha sentado frente al piano, pero por su postura ladeada sabemos que no va a tocarlo seriamente, parece ensimismada en sus más profundos pensamientos mientras despistada, con gesto ausente, sus dedos juguetean con las teclas.
Cada uno a lo suyo, no se relacionan entre ellos, ni siquiera hay contacto visual.
¿Qué quiere decirnos Hopper con esta escena? Nos deja una interpretación libre, podemos inventarnos toda una historia sobre esta distante pareja.
Puede que, después de todo, sea este el propósito del pintor: hacernos pensar a través de su arte.