Imponderabilia
Una puerta viviente.
En 1977 la artista performer Marina Abramovic y su compañero en el arte y en la vida, Ulay, se colocaron en la entrada de una galería de arte, totalmente desnudos. Uno en cada flanco de la puerta. Con sus cuerpos llenaban casi todo el espacio de la entrada de manera que el público al entrar no tenía más remedio que pasar de lado, encarándose contra uno u otro artista. Contra Marina o contra Ulay. Contra un hombre o una mujer.
La invitación a la reflexión está servida: dos artistas desnudos en la puerta invocando la desnudez, la pureza, la honestidad del verdadero arte. Pero a la vez, utilizando sus cuerpos como artefactos para lanzar a los espectadores y espectadoras un arma arrojadiza: su propia elección. Esto era Imponderabilia, la performance realizada en la Galleria Comunale d’Arte Moderna di Bologna. Sus cuerpos desnudos preguntándote si para ti la desnudez es naturalidad o tabú. Sus cuerpos desnudos preguntándote si te atreverás a pasar. Sus cuerpos desnudos evidenciando tu cuerpo vestido. Sus cuerpos desnudos preguntándote contra quién te arrimarás.
Las performances parten en cierto modo del azar. Nadie, ni sus creadores o creadoras saben cómo el público va a reaccionar. Así, Marina Abramovic experimentó múltiples veces en su propia piel durante sus piezas artísticas cómo el resultado de la performance no era el esperado. Como en su Rithm 0 (1974) en la que pudo observar estoicamente como «la manada» maltrataba y abusaba impunemente de su cuerpo. Eso desencadenó en ella una profunda decepción para con el ser humano.
En este caso, tampoco ni ella ni Ulay sabían qué ocurriría, no tenían el control, y eso era el tema: ¿Pasaría la gente entre ellos dos? ¿Cruzarían el umbral de esta puerta viviente? ¿Se arrimaría la gente a su cuerpo? ¿Contra quién decidiría el público restregarse?
Lo que no sé si imaginaron Marina y Ulay es que su propuesta resultaría un experimento de género, con unos datos que no hace falta ser sociólogo para poder interpretar: los hombres en su totalidad se encararon a Marina mientras que las mujeres eligieron hacerlo, algunas encaradas a la chica, otras encaradas a Ulay. El análisis es simple, es fácil, es triste. Mientras las mujeres, indecisas, dudaban, los hombres se arrimaron rápida y decididamente contra el cuerpo de la mujer, en lo que podría ser una inconsciente búsqueda del placer, una demostración de superioridad, o más bien una manifestación del miedo atávico del hombre a exponer su intimidad delante de otro.
Para eso están las performances, para esto está Marina Abramovic, para sacudir nuestras creencias y comportamientos. Para invitarnos a pensar.
Así que piensa: ¿Contra qué cuerpo te hubieras arrimado tu?