Joven inglesa
Mujer anónima.
Matisse vuelve a su tema predilecto: la figura femenina. En este caso, simplificada a tope, sin rasgos siquiera. Sólo un vestido blanco en contraste con la piel rosada de esta —por el título— joven inglesa, que está ubicada de forma frontal y simétrica, recortada sobre un fondo rojísimo, y claramente sentada en una silla con lo que parece una almohada.
Es importante recalcar eso de que la figura está sentada. No debemos olvidar que en esa época vital y creativa, Matisse trabajaba desde una silla de ruedas después de un cáncer y varias operaciones quirúrgicas. Es importante decir también que en 1941 sus médicos le daban seis meses de vida, pero el artista viviría otros trece años, creando como un descosido pinturas igual de radicales que cuando había revolucionado el arte con una de las primeras vanguardias históricas.
El fauvismo quedaba ya muy atrás, pero el anciano Matisse seguía siendo igual de colorido, igual de radical. Con unos rojos, negros y blancos tan radiantes como los de la imagen. En su pequeña casita cerca de Niza, en la Costa Azul, la luz entraba a raudales, casi tanto como en Marruecos. En esa Villa le Reve pintaba todos los días pequeñas joyas como esta.