La Belle Ferronière
La segunda retratada más famosa de Da Vinci en el Louvre.
La otra gran dama retratada por Leonardo da Vinci que hay en el Louvre tiene otra mirada. No es la cara confiada de la Gioconda, que parece estar sonriendo de éxito, entre groupies y fans histéricos. No tiene esos ojos de diva colocada entre el sfumato de la Mona Lisa. La Belle Ferronière, nos mira, o quizás mira a su rival, como no comprendiendo cómo no es ella la más bella del reino, cómo no es ella a la que Duchamp pinta un bigote o Picasso roba del museo.
Pero lo cierto es que es la Gioconda la que se lleva todas las miradas, toda la atención, todo el prestigio. La Gioconda es la estrella del museo del Louvre, una de las joyas de París, una de las luces más brillantes de la ciudad de la luz… ¡quizás el cuadro más famoso del mundo!, mientras que ella es un simple retrato de una mujer desconocida.
Incluso el nombre que le atribuyen popularmente, ferronière, viene de que ser considerada una más de las amantes del rey Francisco I de Francia aún estando casada con un ferretero (ferronnier) que lejos de tolerar la conducta de su mujer y su monarca, se vengó de la forma más espeluznante: contrayendo la sífilis y contagiando a los adúlteros.
Es por ello que mientras la Gioconda era misterio, ella era una sifilítica. De hecho, las sifilíticas francesas empezaron a llevar la joya de la frente de la Belle Ferronière para ocultar sus lesiones.
Pero ella espera, año a año, siglo a siglo. Con esa mirada, con esa boca que también parece esbozar una sonrisa. La historia del arte pondrá las cosas en su lugar y algún día ella será la estrella, porque lo merece. Porque lo es.