Madona Benois
La primera de las muchas inacabadas de Leonardo.
Esta Madonna Benois se considera por los expertos la primera obra que Leonardo hará ya totalmente desvinculado del taller de Verrocchio, su maestro.
Representa a dos figuras religiosas, lo más habitual de la época, pero vemos en ellas reflejadas una voluntad de mostrar la psicología de sus personajes, el interés (e incluso obsesión) que tenía Leonardo por reflejar la vertiente más humana de las figuras divinas.
Nos llama la atención una pequeña flor que sostiene la virgen en su mano, y el niño Jesús la toca, centrando toda su atención en ella. No es más que un elemento sutil el cual hace referencia a la Pasión de Cristo, al futuro del hijo de Dios, pues las dos pequeñas flores en sí, de cuatro pétalos, imitan la forma de cruz.
En esta obra se manifiesta una característica que acompañará toda la trayectoria artística de Leonardo: lo inacabado. No está hecho a propósito como el non finito de por ejemplo Miguel Ángel, que a veces era voluntario y estaba cargado de significado. En este caso, realmente la obra ha quedado a medias, faltan detalles para concluirla. La evidencia de esto está en la boca de la Virgen, abierta en una sonrisa. Donde debería haber dientes y una sonrisa blanca, hay en su lugar un espacio oscuro, sin nada. Jamás tuvo dientes, Leonardo nunca llegó a pintarlos.
Otro claro ejemplo es la ventana, este tipo de ventanas eran muy habituales en escenas de madonnas o retratos como elemento decorativo al fondo (hasta que llega Rafael e impone los fondos neutros). Sin embargo, a través de dicha ventana debía verse un paisaje, ya fuera urbano o campestre, o al menos algo de vegetación. Y en este caso, sólo vemos claridad, ni siquiera parece el cielo.
Leonardo era un artista excesivamente lento en su producción, además de inconstante, incapaz de dedicarse exclusivamente a sus encargos pictóricos. Iba picoteando de una cosa a otra, con esa innata curiosidad que lo caracterizaba y el deseo de hacer un poco de todo.
Ya conocéis el dicho: ”Quién mucho abarca, poco aprieta”, y a Leonardo le viene como anillo al dedo.