La guerra
Guerra pre-Guernica.
Con el conflicto Franco-Prusiano y la posterior represión de la Comuna de París en mente, Henri Rousseau quiso pintar una alegoría de la Guerra personificándola en esta mujer/niña medio enloquecida que galopa sobre una bestia negra. Este ser híbrido va saltando sobre cuerpos desnudos que no son ya más que carroña devorada por los cuervos. La niña está armada con una espada y porta también una antorcha que expulsa un humo negro y ponzoñoso dándole al lugar una atmósfera tóxica, como de un mal sueño
Árboles secos y rotos y nubes rojizas en el cielo contribuyen a ilustrar el baño de sangre, que con el inconfundible estilo primitivo de Rousseau hace que nos llegue mejor el mensaje: en la guerra la mayor víctima es la humanidad.
Cuando pintó este cuadro, Henri Rousseau era un señor de cincuenta años, acababa de retirarse de su trabajo y llevaba sólo un año dedicándose a la pintura. Una vocación tardía sin formación previa que le valió más de una burla por parte de críticos y aficionados, pero también despertó la admiración de modernos como Picasso, que a lo mejor tomaron buena nota de este cuadro para hacer su Guernica, pues las similitudes son bastantes.