La linterna mágica
Por el camino de Swann.
A mi familia se le había ocurrido, para distraerme aquellas noches que me veían con aspecto más tristón, regalarme una linterna mágica; y mientras llegaba la hora de cenar, la instalábamos en la lámpara de mi cuarto; y la linterna, al modo de los primitivos arquitectos y maestros vidrieros de la época gótica, sustituía la opacidad de las paredes por irisaciones impalpables, por sobrenaturales apariciones multicolores, donde se dibujaban las leyendas como en un vitral fugaz y tembloroso.
Marcel Proust
Por el camino de Swann (En busca del tiempo perdido, 1).
No son pocos los que opinan que En busca del tiempo perdido de Marcel Proust es una de las mejores novelas jamás escritas, no sólo en lengua francesa, sino de la literatura universal. Al parecer, Proust se pasó quince años recluido y aislado para acabar la monumental saga de tres mil páginas que todo el mundo alaba tanto.
El libro habla bastante de arte y de hecho Proust cita a algún que otro viejo conocido de esta web. De Giotto y Poussin a Monet o Degas. En el libro se habla directa e indirectamente del Impresionismo y hasta hay quien podría decir que En busca del tiempo perdido es un ejemplo de literatura impresionista, ya que como en las pinturas de esta gente, las impresiones del artista son la base de la elaboración de sus imágenes. El artista no parte de ideas sino de impresiones, esa es la concepción proustiana del arte.
Impresiones, momentos, luz… el libro está repleto de estos tres elementos típicos del Impresionismo, como esta escena donde Marcel ve la linterna mágica (el pre-cinematógrafo) en su habitación y las luces y colores se proyectan en la pared como un hechizo.
Así lo capta aquí Bernard Lamotte, pintor francés que ilustró a Proust con sus acuarelas.