La merienda en el monasterio
¡Salud!
¿Os suena el subgénero monjes borrachos en pintura? Uno de los artistas que lo cultivó fue Eduard von Grützner, un prusiano al que le debía resultar de lo más divertido mostrar a religiosos ebrios, porque a eso dedicó buena parte de su producción pictórica. A eso y a retratar a Falstaff de Shakespeare, que si lo pensamos bien es otro gordo borracho más.
Von Grützner tocó este tema hasta la náusea, y lo cierto es que vendía muy bien sus cuadros. A lo mejor a las buenas gentes de Alemania les gustaba ver a miembros del clero cometiendo pecados como cualquier hijo de vecino. Y es que Grützner mostraba a frailes bebidos o bebiendo, o bien jugando a las cartas, o siendo de lo más mundanos.
Este es un ejemplo: el retrato del abad del monasterio con su «merienda», que viene a ser una buena jarra de cerveza. El monje todavía no está piripi, aunque no podemos apostar a que no lleva una o dos jarras más entre pecho y espalda. El abad mira a la cerveza con religiosa devoción, y no es para menos, porque tiene una pinta cojonuda.
Entra sed solo de ver la jarra de cerveza. Grützner sabía pintar con pericia: el cristal es impecable, al igual que la naturaleza muerta de la mesa… da ganas de picotear algo también…
Todo el mundo sabe que no se debe beber con el estómago vacío.