La peonza
Hilos sutiles de Hibris
A Bellmer normalmente se le ve con cierto recelo: toda su producción erótica profundamente violenta —que se tiende a categorizar como pornográfica, incluso— sesga la apreciación de sus formas tan orgánicas, tan balanceadas, tan meticulosamente ponderadas. Tal vez es esto así por la conexión tan estrecha que su obra tiene con el despertar del hibris que el espectador experimenta: ese error trágico que según los griegos nos hace mortales, viscerales —en fin, seres de pasiones.
Con frecuencia, es por estas mismas generalizaciones prejuiciosas que no se le considera como un artista que tenga una propuesta asequible: su acontecer artístico resulta tan grotesco, tan comprometedor, que deja de verse la estética delicada que subyace a la composición de sus obras. Sin embargo, esta repulsión inicial no es fortuita: es resultado, más bien, de la infancia y juventud temprana de represiones que el artista sufrió durante los primeros años de su vida, con la figura aplastante de su padre, y que revela en la adultez a través de estas figuras femeninas desintegradas.
A pesar de que todo esto es cierto, The Spinning Top (1937) devela un estrato mucho más elegante e infinitamente más sutil del surrealismo de Bellmer. Es ésta una pintura de composición geométrica más bien rígida, que sin embargo, remite a la suavidad expansiva de los momentos de recogimiento en los que el ser humano se detiene a meditar. Se distingue una figura femenina —dinámica y sostenida a la vez— que mira hacia abajo, sosteniendo con la punta de una mano angulosa lo que bien podría ser un trompo.
La crítica se refiere a la obra como una representación del control del género femenino sobre las mentes de los hombres, pero creo que trasciende esta visión utilitaria. Toca estratos mucho más sutiles, que remueven los hilos más delicados de las pasiones y los condensan en un momento de aliento reflexivo, que se distiende en su expresión angulosa, rígida, suspensiva.