Muñeca
Fotografías de muñecas de tamaño natural.
En 1933, Bellmer comienza a fotografiar una muñeca de tamaño natural en su jardín y en el interior de la casa. En 1934, publicó anónimamente un libro de diez fotografías que documentan las etapas de la construcción de la muñeca llamada Die Puppe (reimpresa en francés, como La Poupée, en 1936).
En ese 1933, mientras los nazis vencían en Alemania y empezaba su culto a los cuerpos perfectos y arios, las muñecas de Bellmer eran exactamente lo contrario: cuerpos torcidos, deformados, desmembrados, inquietantes, oscuros… feos.
Estas muñecas eran, en palabras del propio artista, como anagramas.
Para Bellmer, el cuerpo es como una secuencia que nos invita a reorganizarlo, de modo que su significado real quede claro a través de la serie de anagramas sin fin. Quiero revelar lo que generalmente se mantiene oculto, no es un juego.
Basándose en una ópera de Offenbach, The Tales of Hoffmann, en la cual el héroe se enamora de una muñeca mecánica de tamaño real, e inspirándose en su prima Ursula, el surrealista Bellmer construyó su primer maniquí femenino articulado con madera, yeso, varillas de metal, tuercas y tornillos. Y de pronto, esa figura inerte cobró vida.
Bellmer tomaría fotos de varias poses, en varias etapas de construcción, cambiando piezas, eliminando, añadiendo, vistiendo con zapatos y calcetines, pelucas… La muñeca fue cobrando más vida aún con las posibilidades narrativas de la fotografía, técnica que se volvió tan importante o más que la escultura en sí misma, con evidentes atractivos voyeuristas y fetichistas, que tanto atraían a los surrealistas.