Las tres edades de la mujer
Apoteosis modernista.
En una de sus obras más simbólicas, Klimt celebra la esencia de la mujer desde su nacimiento, pasando por sus años de madurez, hasta la etapa final de su vida.
Los fantásticos motivos abstractos a los que Gustav nos tiene acostumbrados, envuelven a tres mujeres generando una especie de aura: una madre con su bebé y una anciana. Un tercio del fondo es completamente negro, mientras el resto está repleto de puntos blancos, sobre colores terrosos de distintas tonalidades.
La mujer junto a su bebé está envuelta en un velo repleto de figuras geométricas donde predomina una paleta de colores fríos. Llevando unas mejillas enrojecidas, sostiene a su bebé con ternura y expresión serena, mientras la niña descansa plácidamente en su hombro.
A su lado, la anciana se cubre el rostro con su mano izquierda. En contraste con el fondo abstracto, el cuerpo de la anciana se encuentra bien detallado, vulnerable, expuesto. Podemos ver desde las marcas de sus huesos en la espalda, hasta las venas de sus pies, retratando crudamente la vejez. Su cuerpo cansado está rodeado de elipses negras y doradas, generando un aura de colores cálidos.
En esta obra que forma parte de la revolucionaria Secesión Vienesa, Klimt nos muestra a través de la figura de la mujer, la inocencia y pureza de la infancia, la belleza de la juventud, y la decadencia del cuerpo, recordándonos el implacable (e inevitable…) paso del tiempo.