Los espíritus de las calabazas descienden de los cielos
Los espejos evidencian un amarillo moteado infinito.
Entras en una habitación de color amarillo invadida por puntos negros. No es excesivamente grande, pero parece enorme, inabarcable. En el centro hay una caja hecha de espejos, por lo que ese amarillo moteado se refleja y se convierte en algo infinito.
Rodeados de este amarillo infinito, un color cálido, todo es abrumador. Amable y pacífico, pero también inquietante, en la medida que amenaza con volvernos a nosotros también amarillos a lunares.
Con esta instalación la artista Yayoi Kusama nos invita a sumergirnos en su universo, reconocible porque suele haber puntos, muchísimos puntos acumulados, como una obsesión.
Desde pequeña la artista sufre alucinaciones en las que se veía sumergida en todo tipo de espacios infinitos hasta desaparecer. No se me ocurre una forma más terapéutica de usar el arte que compartiendo esa horripilante belleza con nosotros.
Damos un par de vueltas a esa caja en la que podemos vernos reflejados y descubrimos una pequeña mirilla que nos invita a mirar dentro.
En el interior de ese pequeño espacio todo cambia. Del infinito casi cósmico pasamos a un pequeño mundo oscuro, íntimo, donde unas calabazas brillan en el suelo. De ahí el enigmático título.
Kusama se siente identificada con este vegetal. Incluso representa a veces calabazas como autorretratos. Quizás sea por su cáscara dura por fuera, por su fortaleza y su organicidad. Quizás por ser todas las calabazas casi iguales, pero ninguna idéntica, como sus lunares y sus redes.
La repetición obsesiva es una de las características principales de esta extraordinaria artista que partió hacia Nueva York en los años 50 huyendo de la axfisiante tradición japonesa. Ahí fue precursora del arte Pop o el minimalismo, influyendo en artistas tan importantes como Warhol o Oldenburg. También dinamizó el movimiento hippie con sus espectaculares permormances ultra-vanguardistas y anti-belicistas.
En los 70 regresó a Japón, donde ingresó voluntariamente en un psiquiátrico donde vive a día de hoy y continúa creando obras tan maravillosas, enigmáticas y sorprendentes como esta, que invitan a cualquiera que entre a formar parte de ellas.