Manzanas, tarro de jengibre y plato en el borde
Mondrian quiere tenerlo todo ordenadito.
Casi podemos ver en esta naturaleza muerta a dónde se dirigía Piet Mondrian: colores y formas geométricas ordenadas, como intentando ordenar el mundo. Al final, todo se reduciría a cuadrados de colores primarios perfectamente colocados, a llevar el arte a su mínima esencia: líneas y colores en su forma más pura.
Con esta acuarela con un poco de carboncillo, el artista holandés se encamina hacia lo desconocido que llegaría pocos años después, hacia esa armonía y esa igualdad, en busca de un nuevo estilo casi utópico si se llevaba a lo social (como llegó a pretender en esa sociedad de entreguerras que vivía en paz). Lo que después se conocería como neoplasticismo.
Pero por ahora solo vemos algunos elementos que tenía en su estudio (suponemos que un estudio muy ordenado). Realistas y brillantes, estos objetos están ubicados en el espacio con un orden artificial que explica a la perfección de qué está hecho cada material, el tacto que tiene cada textura, de dónde viene la luz… Podríamos buscar simbolismo para esas 5 manzanas, o ese plato puesto de pie, o ese tarro vacío, pero sinceramente, dudo mucho que eso sea relevante. Esta pequeña acuarela es casi un experimento.
Mejor disfrutar de cuando este artista «pintaba bien».