Napoleón como Marte pacificador
¿Quién dijo que Napoleón era bajito?
En octubre de 1810, en el palacio de las Tullerías, cuando Napoleón está disfrutando de uno los momentos más álgidos de su gloria, el escultor Antonio Canova sostiene con él una serie de conversaciones mientras modela un busto suyo.
En el curso de estas conversaciones tienen ocasión de hablar, entre otras cuestiones, del Napoleón como Marte pacificador, un impresionante retrato mitológico en bulto redondo, de 3,40 m.de altura y 15 toneladas de peso, que el propio Bonaparte había encargado al famoso escultor neoclásico años atrás, cuando aún era primer cónsul de la República Francesa.
Cuando tienen lugar las citadas conversaciones en las Tullerías, Napoleón aún no había tenido ocasión de contemplar la escultura, de manera que aún no sabía la decisión final que había tomado Canova de retratarle como el dios Marte, el mitológico dios de la guerra, pero en modo pacificador: desnudo, y no como un militar.
Al parecer, Cónsul y artista habrían discutido sobre la conveniencia o no del desnudo clásico como forma de sublimar la belleza o el heroísmo y pese a las reservas manifestadas por Napoleón, Canova siempre defendió la decisión de representarle sin ropa porque así lo exigía el arte escultórico.
Lo cierto es que a Napoleón no le gustó en absoluto la escultura, entre representar el poder o la seducción, él prefería una imagen que le inmortalizara como un guerrero y combatiente, de manera que al contemplar la obra, Napoleón volvió a manifestar ciertos reparos y decidió no exhibirla dejándola abandonada en un lugar secundario del Louvre.
La cosa interesante es que tras la caída de Napoleón, el gobierno francés vendió la escultura a los ingleses que se la regalaron al duque de Wellington que había abatido a Napoleón en Waterloo y quien la aceptó gratamente.
Para hacer entrar la colosal escultura en su casa, el duque tuvo que tirar la puerta de ingreso. Alguien le preguntó a Wellington: ¿Pero señor… le agrada a usted tener que encontrar a Napoleón cada vez que llega a su casa?
A lo que él respondió: Sí, soñé toda una vida hacerlo prisionero y ¡ahora lo veo prisionero cada día en mi propia casa!
La colosal escultura inspirada en modelos griegos, muestra a Bonaparte sosteniendo con la mano derecha una figura de la victoria que sobrevuela un globo terráqueo mientras que con la izquierda se apoya elegantemente en un cetro-lanza.
Las grandes dimensiones de la figura, su belleza clásica y su carácter épico sobrecogen desde entonces a quien la admire, que, sorprendido, se topa con el más monumental y quizá uno de los más hermosos retratos del emperador de Francia que él mismo no supo apreciar.