Venus Victrix
Venus decimonónica.
Paulina Bonaparte se convierte por obra y gracia del escultor neoclásico Antonio Canova en nada menos que Venus.
Fue un encargo del marido de la retratada (el príncipe Camillo Borghese, recién casado), y en un principio Paulina iba a ser la diosa Diana (la de la caza) muy bien vestida y muy casta y virgen, pero al parecer ella se veía más como una Venus, y claro, la diosa del amor tiene que ser representada desnuda (o al menos semidesnuda, como es el caso). En la Roma de la época corrían por todas las esquinas los rumores sobre la promiscuidad de Paulina. Así Canova esculpió en mármol de Carrara (en un único bloque) a la personificación de la diosa en el siglo XIX, al parecer con la hermana de Napoleón posando para él en pelota picada.
De tamaño natural, Venus está recostada en un diván típico de los romanos. Sólo una sábana oculta las caderas, pero por lo demás, Paulina es retratada como Dios la trajo al mundo. Pura sensualidad en el frío Neoclásico.
Venus sostiene en su mano una manzana, que como sabemos es uno de sus atributos. Es la famosa manzana de la discordia, que sería dada por Paris cuando se decidiera la diosa más bella. Ganó, como no, Afrodita (la Venus griega), dejando muy pero que muy enfadadas a Hera y Atenea. Fue el célebre Juicio de Paris.
Al ver la escultura es inevitable pensar en Bernini y su extraordinario Hermafrodito durmiente.