Natividad con San Francisco y San Lorenzo
Losing My Religion
«Huyo para encontrar un nuevo hogar. Que no digan que soy un criminal. Soy un hombre que busca ayuda, un artista que busca misericordia».
Caravaggio fue ese tipo de artistas a los que se les podría definir como «personaje». En todos sus significados. Incluso con la acepción coloquial.
Tuvo una vida que, si hubiese sido en la actualidad, valdría para rellenar páginas y páginas de la prensa sensacionalista. Cabe recordar que en 1606 mata a un hombre en una reyerta y este hecho le lleva a huir de Roma, a donde jamás pudo volver.
Sin desmerecer su talento, este maestro del Barroco desarrolló el tenebrismo, oscureciendo las formas con pequeños toques de luz para perturbar aun más sus obras, como perturbadora era su vida.
Y es que a Michelangelo Merisi le encantaba meterse en líos, su carácter era más bien complicado y sin escrúpulos, donde no faltaban las peleas con todo aquel que se prestase a entrar en sus provocaciones.
Y a provocaciones no nos referimos solo a su vida personal, también a la artística. Encontró un método perfecto para exasperar al espectador a través de sus obras. Detrás de una técnica de pintura realista (al principio de su carrera destacó la pintura de género, los bodegones y naturaleza muerta junto a las de figuras humanas), lo que buscaba era no dejar indiferente a nadie.
Pintaba lienzos con temática religiosa sacando a sus modelos directamente de la calle: prostitutas y mendigos.
Su influencia artística ha traspasado los muros del tiempo, miles de artistas de todas las épocas y disciplinas se han viso inspirados en su obra y en su impresionante técnica pictórica.
Pongamos por ejemplo el videoclip de Losing My Religion de R. E. M (1991), y la cantidad de referencias que hace a varios artistas y a otras religiones, como es el caso de las deidades del Hinduismo, los bocetos de la maquinaria alada de Leonardo Da Vinci, el guiño a La Fragua de Vulcano, de Velázquez, el Martirio de San Sebastián de Guido Reni; pero sobre todo, la referencia a Caravaggio y al tenebrismo, y su clara alegoría a la obra de La Incredulidad de Santo Tomás.
Otro claro ejemplo de obra religiosa es esta que contemplamos.
Y por aquello de estar en plena época de celebración de la misma, La Natividad con San Francisco y San Lorenzo, como la propia vida del autor, tuvo un desenlace hecho a la medida del artista.
Originariamente estuvo expuesta en el Oratorio de San Lorenzo, en Palermo, Italia, pero en 1969 su robo lo llevó a una especie de limbo artístico, es decir, paradero desconocido.
No representa una Natividad alegre. Como en casi todas las obras de Caravaggio, detrás de cada personaje hay un cierto halo tétrico.
Podemos apreciar como la Sagrada Familia está acompañada de un San Lorenzo y un San Francisco tristes, melancólicos. Hasta el buey mira al recién nacido con incredulidad y preocupación. Y el ángel que desciende de los cielos parece que va a caer de forma estrepitosa encima del niño.
A pesar de manifestar el nacimiento del hijo de Dios, el entorno desprende apatía, en vez de alegría y felicidad, que es lo que tendría que despertar dicha representación artística en el espectador.
Es posible que Caravaggio quisiera plasmar en sus obras religiosas su falta de fe, no solo en la religión en sí misma, puede que falta de fe en todo en general. Su comportamiento al menos así lo describía.
Puede ser que su genialidad le perturbara, y le supuso un peso que no supo gestionar o que no pudo soportar a lo largo de su vida, de ahí su temperamento «huída hacia ningún lugar».
Tras lo agridulce de él y su obra, gana la magnificencia de su trabajo y su aportación al mundo artístico, eso hace que sigamos manteniendo la fe.