
Obelisco della Minerva
La vendetta del elefantino.
Roma es esa ciudad en la que todo cabe. Tu primero te tomas un spritz carísimo que te cobran al instante, en una terraza estupenda delante del Panteón de Agripa, donde Adriano despachaba sus asuntos favoritos del s. II.
Después, si ya estás un poco mareado para seguir imaginándote el devenir de estas cuestiones administrativas imperiales, caminas dos minutos hasta la Piazza della Minerva. Aquí te encuentras con un elefante barroco que sujeta un obelisco egipcio del s. VI a. C. Todo bien. Estás en racha.
Este animal, que sirve de base de uno de los 13 obeliscos de Roma, apareció en un convento dominico en 1665. Al Papa Alejandro VII le flipó el hallazgo e inmediatamente quiso exhibirlo. Así, convocó un concurso para elegirle el mejor soporte. Bernini ganó el proyecto y su colaborador habitual, Ercole Ferrata (a.k. a.una fiera con el mármol), lo ejecutó. Sin embargo, como todo buen encargo papal, la victoria le costó numerosos quebraderos de cabeza.
De entre los más de 10 diseños propuestos por Bernini, el pontífice se decidió por el elefantino, probablemente inspirado en una ilustración muy similar de El sueño de Polifilo. Esta esotérica publicación veneciana de 1499 causó sensación y su iconografía tuvo gran repercusión en las artes, literatura y hasta en el diseño de jardines.
El rey del Barroco era puro drama y movimiento. Desafiaba el equilibrio del pesado mármol en cada obra. ¿Cómo encaja entonces este diseño tan compacto y estático? El Papa rechazó que el animal se apoyara solo en sus 4 patas, por miedo a que el peso del obelisco lo espachurrara y le obligó a añadir un tosco soporte extra. Su intento de ocultarlo mediante una lujosa gualdrapa fracasó y los romanos apodaron al elefantino curvy como el purcino («cerdito» en dialecto romano, que derivó después fonéticamente en pulcino; pollito). Quizás como vendetta, Bernini apuntó la grupa y trompa del animal, irreverentemente, al lado opuesto de la iglesia.
En 2016, el elefantino apareció sin un colmillo. Vándalos pero cívicos, lo dejaron a los pies de la escultura. Aun así, la restauración de la exodoncia supuso un drama para la ciudad. En fin, el spritz como causa principal del pentimento.
Gian Lorenzo Bernini