Odalisca
Colores de ensueño.
Entre los años 1917 y 1930, inspirado por la estética norteafricana, con la que se familiarizó durante sus dos viajes a Marruecos en los inviernos de 1912 y 1913, Matisse tomó la figura de la mujer como la protagonista de sus obras.
En este cuadro, el precursor del fauvismo muestra a la odalisca recostada en un diván sobre un fondo rosáceo. Los colores, vívidos y ligeros como si de acuarela se tratasen, fluyen por la tela del diván. El color blanco del lienzo todavía se vislumbra bajo el trazado rápido y despreocupado de los parches de colores. La mujer, creada por cientos de pinceladas que se entrecruzan y sobreponen, parece fundirse con el material ornamental del sofá. La influencia de Paul Cézanne se aprecia en esta obra en el aplanamiento del espacio y la permeabilidad que hay entre el primer plano y el fondo, los cuales parecen fundirse y atraer al espectador hacia el interior de la estancia.
Aunque el tema de la odalisca inevitablemente conjure nociones eróticas, el marcado énfasis en las cualidades materiales del cuadro lo alejan de lo vulgar o voyeurista. La belleza e importancia de esta obra residen no solamente en la armonía de sus colores y el desorden ordenado de sus pinceladas, sino también en la trascendencia histórica del cuadro.
El 15 de mayo de 1940, el día de la capitulación holandesa y del comienzo de la ocupación nazi del país, esta obra fue vendida al museo Stedelijk para evitar su confiscación. En abril de 1944 su dueño original, el empresario judío Albert Abraham Stern, fue deportado al campo de concentración de Laufen-Salzach, donde un año más tarde sería asesinado.
Esta obra fue el resultado y el testigo de la historia de la humanidad, aún cuando esta se volvió inhumana.