Orestes
Pintor de brocha gorda.
Una obra del período en blanco y negro de Willem de Kooning, de cuando se liberó de la figuración pura que había estudiado en Rotterdam y comenzó a cultivar su típica mezcla de caligrafías, gestos y abstracciones varias.
Un collage de óleo, esmalte y papel que da esa sensación de desorientación e inmediatez tan propia del pintor, pero en este caso usando casi exclusivamente esos dos colores: blanco y negro (con alguna nota de rosa y de amarillo por ahí perdidos), algo bastante raro en este artista, que no escatimaba precisamente en cromatismo. Quizás, como dijo su colega Barnett Newman, cuando un artista quiere cambiar, cuando quiere inventar, vuelve al negro.
De Kooning empezó pintando casas cuando emigró a USA, pero vio que en Nueva York también podía vender cuadros. Y muy bien. Así se fue labrando una carrera como pintor abstracto en esa Gran Manzana de los años 40, convirtiéndose al final en uno de los artistas más cotizados de la historia. De hecho, esta obra fue subastada por nada menos que ¡10 millones!
En Orestes (título que alude a la mitología griega, por si no queda claro en la imagen) vemos como una especie de composición caligráfica, un conjunto de letras que casi es como un pre-graffitti neoyorquino. Esta pintura fue realizada en esmalte negro de marca Ripolin, un pigmento barato utilizado por los «pintores de brocha gorda», como lo fue él. En toda su carrera, nunca se separaría de estas latas de negro.