Pasteles
Un poco de serenidad después del exceso gastronómico.
Este cuadro es una pesadilla… Una pesadilla para los diabéticos, los que están a dieta o los saturados por los dulces. Thiebaud pinta este tipo de pesadillas. Todos los artistas Pop lo hacen. Son escenas irreales, pero tan reales como un sueño. Eliminan el fondo —blanco en este caso, sin ningún detalle— reflejando el vacío que existe, la falta de cualquier contexto o historia.
Y este vacío es llenado con pasteles.
El muy Pop además repite y repite, intentando ilustrar la falsa e injusta abundancia del capitalismo. Es un anuncio. Es una naturaleza más muerta que nunca.
Fijaos en la luz… ¿de dónde viene? Es una luz uniforme que forma esas sombras irreales. La perspectiva es horrorosa. Es incorrecta. La tridimensionalidad apenas existe… todos los objetos son muy planos.
Fijaos en la textura… Con esas pinceladas tan poco Pop, Thiebaud casi casi hace algo real de lo evidentemente falso. Como si al probar uno de esos pasteles todo fuera yeso, cera y plástico. Ni siquiera es comida. Es como esos publicistas que usan crema de afeitar para simular un helado más real que el propio helado.
Es un cuadro triste, como el escaparate de una tienda vacía en una ciudad despoblada. Es lo que pintaría un artista que no puede comer dulce. Es un mal sueño después de una cena pantagruélica.
Es, además, un cuadro que me encanta.