La peste
La muerte en dragón arrasa la ciudad.
En 1898 una terrible epidemia de peste bubónica asoló Bombay. Arnold Böcklin se interesó por estos sucesos y se conmovió cuando supo que buena parte de la población había sido diezmada a causa de la enfermedad.
Un simbolista como él sintió la necesidad de personificar esta tragedia en una figura, y aquí está esta potente imagen de la muerte cabalgando un dragón y segando vidas a diestro y siniestro.
La muerte de este cuadro está ciega, con las cuencas de los ojos vacías, así que no hace distinciones, cargándose a todo el que se le cruza por delante, y además viaja a toda prisa en su dragón acabando con miles de vidas en muy poco tiempo.
Hacía tiempo que un brote de peste bubónica no asolaba Europa, pero varios siglos después la memoria colectiva no olvidaba ese dolor. Además Böcklin sufrió la enfermedad en sus propias carnes: padeció un tifus que casi se lo lleva por delante, la meningitis le había arrebatado a su mujer en menos de un año de matrimonio y el cólera y otros bichos acabaron con ocho de los catorce hijos que había tenido en un segundo matrimonio.
Normal que este cuadro no sea precisamente alegre, y el suizo estuviera obsesionado con la figura de la muerte, que retrató de una u otra manera a lo largo de su carrera.