Ragnarök
El culebrón nórdico.
El visionario Fuseli nos muestra una escena de la mitología escandinava que representa a Thor peleando contra la serpiente Jörmundgander en el llamado Ragnarök, la batalla del fin del mundo.
Las sagas nórdicas empezaban a ser conocidas y muy populares en Inglaterra gracias al libro Northern Antiquities (1770) de P. H. Mallet. Se empezaba a notar cambios en la temperatura cultural y ahora, al parecer, apetecían cosas menos clásicas, más oscuras e irracionales, más ancestrales y emocionales.
Por ello Fuseli pinta a Thor, dios del trueno y la fuerza, desnudo, remando en un barco con el gigante Hymir en la popa. El gigante está aterrorizado por lo que va a hacer Thor, que es pescar a la serpiente de Midgard usando la cabeza de un buey como cebo. Al fondo está un anciano dios Odín, padre de Thor y jefe de todos los dioses.
Un héroe luchando contra una serpiente (o dragón) es un arquetipo muy repetido en distintas mitologías del planeta, y por tanto también en distintas obras de arte a lo largo de la historia. Ahí están desde Apolo contra Pitón a San Jorge contra el dragón. Su componente simbólico es claro: el bien contra el mal, y en la mayoría de las religiones hay una batalla final entre el bien y el mal.
El Apocalipsis nórdico es el Ragnarök. Se dice que la serpiente Jörmundgander, con el hambre, se llegó a comer a sí misma en un ciclo infinito de destrucción hasta el Ragnarök, cuando el bicho se arrastrará fuera del océano y envenenará los cielos. Thor aparecerá para luchar contra ella, y la matará, pero será mordido. Sólo podrá caminar nueve pasos antes de caer muerto envenenado.
Fuseli opta por mostrar el momento en el que el dios pesca al monstruo con su anzuelo. La sangre brota de su boca. Todo es bruma y oscuridad. Todo es Sturm und Drang (tormenta e ímpetu), esa nueva corriente que desembocaría en el Romanticismo, del que Fuseli fue pionero.