Reminiscencia Arqueológica Del Angelus De Millet
Dalí se obsesionó con el cuadro de Millet.
Normalmente puede ocurrir que a alguien le fascine una obra de arte y sienta una fascinación que le lleve a admirar dicha obra en profundidad.
Pero el caso que nos ocupa no es ni mucho menos de alguien perteneciente a la normalidad, así que lo que le ocurrió a Salvador Dalí cuando vio por primera vez El Ángelus de Millet no fue ni mucho menos normal.
Dalí se obsesionó desde el primer momento con la obra de Millet y se dedicó a indagar en ella hasta más allá de los límites de la cordura y, como no, de la razón.
Como se sabe, los padres de Dalí tuvieron un hijo primogénito llamado Salvador que murió a los tres años de edad debido a una meningitis, al nacer el siguiente hijo, quisieron llamarle como al muerto y de él, el genio de Cadaqués tomó su nombre.
Según aparece reflejado en varias biografías del pintor, los padres le llevaron cuando solo tenía cinco años a visitar la tumba de su hermano fallecido. Allí, en un momento de la conversación, le dijeron que él era la reencarnación del niño fallecido, un hecho, cuando menos anecdótico que marcó para siempre la vida Salvador Dalí y por el que incluso llegó a sufrir fuertes crisis de personalidad.
Pero volvamos al El Ángelus de Millet. Un Dalí obsesionado se dedica a investigar sobre esta obra de un tema aparentemente sencillo: una pareja de campesinos que detienen su labores para rezar a la hora del ángelus bajo una luz crepuscular. Una maravillosa pintura bucólica con una atmósfera cargada de intimidad y sencillez que le otorga una gran carga sublime.
Dalí dedicó toda clase de análisis e interpretaciones a la obra de Millet, escribió un ensayo titulado El mito trágico del Ángelus de Millet y en su libro Confesiones inconfesables el genio afirmaba que este cuadro se había convertido para él en la obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa.
Como consecuencia de sus investigaciones llegó a conocer a un descendiente del pintor francés que le confesó algo que la familia Millet había mantenido en secreto durante generaciones: originalmente, en medio de los campesinos, no había un cesto de patatas, antes, había en su lugar otra cosa pintada.
Fue tal la obsesión del artista ante la revelación, que consiguió que se le realizara un análisis de rayos X al cuadro para confirmar lo que le habían contado: en el centro de la composición, en medio de la pareja, había antes pintado el ataúd de un niño muerto.
Millet había decidido repintar el tema eliminando el ataúd de la escena transformando el momento en algo más acorde a la demanda de sus compradores burgueses.
Cuando Dalí confirmó la historia, su perturbación llegó al máximo y el tema fue motivo de diversas reinterpretaciones por parte del artista: pinturas, dibujos, bocetos y estudios en los que Salvador Dalí puso a prueba su método paranoico-crítico.
El cuadro le fascinaba y obsesionaba irracionalmente, lo veía en todas partes porque le recordaba la historia de su hermano muerto, lo veía en paisajes, en sus sueños emergía de su subconsciente, la escena aparecía una y otra vez latente y enigmática, hecho que él mismo calificó como «fenómeno delirante inicial».
Reminiscencia Arqueológica del Angelus de Millet es una de estas reinterpretaciones. Según el método paranoico-crítico de Dalí, a través del delirio o la paranoia es posible llegar al conocimiento de lo irracional y que éste llegue al mundo de la realidad. La asociación de formas y objetos harían su materialización por ejemplo en la pintura en la que ésta asume el papel de imágenes dobles tal y como sucede en el mundo del inconsciente.
Con Reminiscencia Arqueológica del Angelus de Millet, Dalí indaga, como en gran parte de su obra, sobre su propia experiencia personal, aunque el cuadro de Millet fue una obsesión para Dalí la mayor parte de su vida.