Retrato de Luis XIV
Uno de los retratos más impresionantes del Barroco.
¿Qué se puede esperar del encuentro entre el mejor artista del momento y del rey más poderoso de su época? Aunque Luis XIV rechazó a Bernini como arquitecto, no pudo resistirse a que el artista le esculpiera un retrato.
Tras tres meses y casi una veintena de encuentros con el monarca para verlo posar, caminar, comer y hasta dormir, Bernini hizo suspirar a toda la corte francesa con uno de los retratos más impresionantes del Barroco.
La melena rizada al viento y la capa ondeante dan a Luis un aspecto a medio camino entre el héroe homérico y el rockstar ochentero. No sorprende a nadie, teniendo en cuenta quien la firma, su calidad técnica ni la maestría en la composición y en el detalle (solo hay que pararse a contemplar los mechones de pelo y el encaje del cuello).
Aunque la obra es prácticamente un calco del busto que Bernini realizara años antes para el duque de Módena, esto no pareció importar al rey, que la hizo situar en un salón de Versalles dedicado enteramente a ella. De esta forma, todos podrían admirar al hombre cuyo reinado estaba a punto de cambiar el mundo.