Retrato de mi hermano muerto
También se llamaba Salvador Dalí.
El hermano mayor de Dalí había muerto de una infección de estómago en 1903. Tenía dos años y también se llamaba Salvador. Unos nueve meses después, los padres de Dalí tendrían al artista y cometerían la irresponsabilidad de bautizar al nuevo hijo con el nombre del muerto. Normal que Dalí tuviera una crisis de personalidad durante toda su infancia, al creer que él era una especie de copia de su hermano muerto.
Nos parecíamos como dos gotas de agua, pero dábamos reflejos diferentes… Mi hermano era probablemente una primera visión de mí mismo, pero según una concepción demasiado absoluta. [1]
Dalí se sentía como un reemplazo, o quizás como una reencarnación, y para reafirmarse empezó a comportarse de manera excéntrica. Quizás por eso se convirtió en el Dalí que todos conocemos y amamos.
Su hermano, presente durante toda su vida, aparece como un fantasma en este cuadro, del que Dalí escribió una breve descripción cuando se exhibió por primera vez: «El Buitre, según los egipcios y Freud, representa el retrato de mi madre. Las cerezas representan las moléculas, las cerezas oscuras crean el rostro de mi hermano muerto, las cerezas iluminadas por el sol crean la imagen de Salvador vivo, repitiendo así el gran mito de Castor y Pollux.»
El pintor recreó a su hermano a partir de una fotografía, y su imagen paraece como una ampliación fotográfica con los puntos de Ben Day típicos del fotograbado.
Al fondo, en ese paisaje, aparece el enésimo homenaje de Dalí a El Angelus de Millet, siempre ligado a la memoria de su hermano.