Reverso
Carne en primer plano.
Jenny Saville se autorretrata en carne viva. Carne femenina, por supuesto, como en casi todos sus enormes lienzos protagonizados por enormes mujeres llenas de heridas, cicatrices e imperfecciones. Son cuerpos frágiles pese a su monumentalidad.
La pintora realiza aquí un autorretrato cubierta de sangre y tumbada en el suelo. Sus ojos nos miran directamente. El encuadre es tan cerrado que es claustrofóbico. Es evidente que esa persona ha sufrido algún tipo de maltrato, aunque es nuestro trabajo como espectadoras completar la narrativa, que cada una sabrá hacer a su manera. La cara de esta mujer está duplicada, reflejada en ese suelo/espejo (de ahí el título: reverso). Es un rostro hermoso, pese a la violencia que ha sufrido. Esa boca enorme y esos labios humedecidos se llevan toda nuestra atención.
La artista consigue todo esto con enormes manchas de pintura roja como la sangre. Es capaz de transmitir algo horrible y a la vez hermoso. En pinturas como esta, Jenny Saville convierte algo violento en algo bello, que es una de tantas mágicas contradicciones que tiene el arte.
«¿Que es la belleza? La belleza suele ser la imagen masculina del cuerpo femenino. Mis mujeres son hermosas en su individualidad».
The Independent. 1994.