Ricardo de Gloucester y Lady Ana
Shakespeare in oil.
Los dramas shakesperianos eran los favoritos de Edwin Austin Abbey. En este caso, la tragedia en cuestión es Ricardo III, una adaptación de la historia real del último monarca inglés de la casa Lancaster.
Los dos personajes protagonistas de esta pintura son Ricardo, duque de Gloucester, al que vemos tal y como lo pinta el Bardo en su obra: jorobado y renqueante; y a lady Ana Neville, vestida de luto. La escena tiene lugar durante el funeral del rey Enrique VI de Inglaterra (1421–1461), padre del difunto esposo de lady Ana, Eduardo de Westminster. Lo que la dama desconoce es que el hombre junto al cual pasea es en realidad el asesino tanto de su marido como de su suegro. Cuando este confiesa sus crímenes, lady Ana le escupe a la cara, pero Ricardo le ofrece un anillo y le pide su mano en matrimonio. Ana, a pesar de odiarle con toda su alma, se sabe sola y desamparada, y durante unos momentos llega a sopesar la oferta del duque.
Toda la escena destila una profunda solemnidad. En la parte izquierda del cuadro puede verse el cortejo fúnebre llevando a cuestas el cadáver del rey, rodeado por monjas que forman un negro muro contra el que lady Ana se encuentra aislada. Su expresión es una mezcla de miedo y desesperanza, como si la dama estuviera haciendo todo el esfuerzo posible por escapar de sus pesados ropajes y huir de Ricardo. El duque, por su parte, llama la atención de los espectadores por el contraste que su atuendo rojo brillante dibuja frente a la negra procesión del fondo. La espada le pesa, le supone un gran esfuerzo levantarla con sus miembros deformes, más aún teniendo que soportar cómo lady Ana intenta apartarlo de sí con el brazo. Pero está tranquilo. Sabe que la tiene acorralada. Austin Abbey consigue construir una escena sofocante, captando a la perfección la esencia misma de ambos personajes: el miedo y la ambición.
Lady Ana acabará por aceptar la propuesta de matrimonio. Cuando ella se cree a salvo, Ricardo le confiesa al público el oscuro destino que le espera a la desdichada mujer: se deshará de ella una vez haya cumplido su parte dentro de sus planes.