Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar
Sueño de día.
Gala duerme. Y sueña, claro. A eso se dedicaba a pintar Salvador Dalí: sueños. O más bien «fotografías oníricas pintadas a mano».
En este caso, Gala (la esposa, musa y modelo del artista) está flotando desnuda sobre una roca del mar, y sueña— según el título— con el vuelo de una abeja alrededor de una granada (recordemos que es un símbolo de la pasión de Cristo, tradicionalmente), como vemos un poco más abajo del cuerpo de la modelo.
Este sueño de la parte inferior «se hace realidad» en la parte de arriba, donde de una granada mucho más grande sale un pez. Y de la boca del pez salen dos tigres cabreados y un fusil que apunta al brazo de la mujer. Asumimos —otra vez según el título— que la va a despertar dentro de un segundo.
En este sueño a pleno día aparecen aquí algunas de las típicas referencias obsesivas del pintor: el paisaje de horizontes infinitos de Port Lligat, el elefante con largas patas cargando un obelisco… Dalí vivía en los Estados Unidos en esa época, trabajando en revistas de moda y en Hollywood.por lo que su producción pictórica había decaído un poco, pero no abandona del todo la pintura y tampoco abandona su archiconocido método paranoico-crítico, que lo coronó como el rey de los surrealistas. El surrealismo soy yo,
llegó a decir.
«Pretendo poner en imágenes por primera vez el descubrimiento de Freud del típico sueño con un argumento largo, consecuencia de la instantaneidad de un accidente que provoca el despertar. Así como la caída de una barra sobre el cuello de una persona dormida provoca simultáneamente su despertar y el final de un largo sueño que termina con la caída sobre ella de la cuchilla de una guillotina, el ruido de la abeja provoca aquí la sensación del picotazo que despertará a Gala».