Terpsícore
Ritmo y materia.
Terpsícore fue una de las nueve musas de la mitología griega, la encargada de la danza.
Por lo general, en la historia del arte siempre fue representada como una joven esbelta y muy jovial, ataviada con guirnaldas de flores a modo de corona y una lira en sus manos. Aunque lógicamente, un expresionista abstracto como Hans Hofmann la representa a su manera.
Os puede gustar o no el arte de Hofmann (habrá quien diga que eso lo hace cualquiera), pero una cosa no se le puede negar: fue el pintor más influyente del arte estadounidense. Y para muchos en HA!, fue un auténtico genio.
Cuando escapó de los nazis, se largó a Estados Unidos y se ganó la vida dando clases. ¿Sus alumnos? Jackson Pollock, Lee Krasner, Clement Greenberg, Mark Rothko… Vamos, la cúpula central del Expresionismo Abstracto y por extensión del arte de los Estados Unidos de mediados del siglo XX. Todos ellos y ellas aprendieron de su maestro.
Parece que no, pero obras como esta demuestran su talento. Un lienzo a gran escala que presenta una composición de deslumbrante vitalidad cromática, ensamblada a partir de «losas de color» (esas fueron sus palabras) saturado en un empaste grueso, que produce una superficie dinámica rica en detalles y texturas.
Ritmo y materia. Casi es sonido. De ahí quizás viene el título de la obra, ya que los colores parecen bailar en la tela.
Una forma genial de crear espacio sin ocultar la bidimensionalidad del lienzo ni el método del trabajo. Arte bien hecho que deja ver sus costuras, como es el arte que le gusta al que escribe estas líneas.