Barco de esclavos
Lo sublime del paisaje de una tragedia sirve de denuncia
En 1781, 142 esclavos africanos fueron asesinados a manos de la tripulación del barco negrero Zong, que se dirigía a Jamaica. Al parecer, cuando el barco comenzó a quedarse sin agua, los esclavistas arrojaron a algunos de los esclavos al mar (mujeres y niños primero). Al llegar a tierra tuvieron que rendir cuentas ante la aseguradora por «perder la mercancía».
Todo esto horrorizó a buena parte de la opinión pública británica y a la larga desencadenaría en el movimiento abolicionista, acabando definitivamente con la esclavitud en Gran Bretaña en 1833 (en USA en 1863, en España en 1880…).
Turner quiso aportar su grano de arena al movimiento con este cuadro, para remover un par de conciencias, pero además de la denuncia, aprovechó para pintar uno de sus grandes paisajes embravecidos, que para eso era un romántico.
El pintor de los elementos desatados del clima muestra la atrocidad en mitad de la tempestad con apenas unos grilletes y unas manos que luchan por no hundirse, y un mar salvaje (gaviotas y peces no son menos crueles que la tripulación) del que intenta alejarse el tristemente célebre barco de esclavos.
Arriba, podemos ver la luz de Turner, una luz en la que se parecen mezclar todos los colores, adelantándose a corrientes artísticas muy posteriores.