
Niños con un gato y una anguila
Crueldad animal.
Más que una pintura de género parece una pintura de terror, porque es un poco desasosegante lo que vemos aquí. El título bien podría ser niños con la intención de torturar a un gato, pero Judith Leyster quizás optó por un título más abierto a interpretaciones.
Esta extraordinaria pintora del barroco holandés muestra lo que parece un par de psicópatas alevines que acaban de atrapar a un gato usando como cebo una anguila, y mientras la niña lo sujeta por la cola al felino, el niño sujeta la anguila con esa escalofriante sonrisa en su rostro. Tengamos en cuenta que en los Países Bajos del XVII los niños tenían un pasatiempo llamado kermis katknuppelen, que consistía en dejarles de vez en cuando torturar gatos por diversión.
En pleno barroco, lógicamente en una obra de arte hay más capas que en una cebolla. Se ve que los artistas consideraban a sus espectadores gente inteligente que podía sacar sus propias conclusiones, pero básicamente, y siguiendo la tradición artística de su tierra, Leyster está haciendo alusión a algunos proverbio holandés como «Een aal bij de staart hebben», es decir «Tener una anguila por la cola» o quizás «Dat loopt uit op katjesspel», algo así como «quien juega con gatos, acaba arañado». La niña agitando el dedo nos puede dar una pista de que estamos ante una pintura con objetivo moralizante.
Por si acaso, el gato ya tiene sus uñas fuera.