La última gota
La muerte se lleva a un borracho.
Existen en el Barroco numerosos ejemplos mujeres artistas. En concreto, en el Barroco Neerlandés hay varios casos interesantísimos como es la figura de Judith Leyster, excelente pintora. Tan buena, que durante siglos sus extraordinarias pinturas fueron atribuidas a coetáneos con pene como Frans Hals o o incluso su marido Jan Miense Molenaer.
Aquí vemos un ejemplo de su trabajo. Leyster pinta una vanitas, con un mensaje claro: aprovecha el momento… hasta la última gota. O quizás nos advierte de los peligros de aprovecharlo demasiado. Los excesos se pagan. A vuestro albedrío dejamos la interpretación.
El caso es que dos tíos se divierten. Fuman y beben. Uno ha acabado su copa y le da la vuelta. Pero en plena juerga no se dan cuenta de que los acompaña un sonriente esqueleto —como no, la muerte— con su reloj de arena, un cráneo y una vela. Todo símbolos de una marcha atrás ineludible.
Inspirada por Caravaggio, Leyster juega con las luces y las sombras. Y mezcla el costumbrismo alegre típico de la Edad de oro holandesa (esa la exaltación barroca de los cinco sentidos) con algo un poco más oscuro. Y es que en la vida, las sombras amenazan continuamente la alegría (y viceversa).