
La Serenata
Cantando.
Este laudista toca en la penúmbra y mira hacia arriba mientras construye su acorde. Seguramente este músico va a enamorar a alguien esta noche. Todo el mundo pensaba que este era un cuadro de Frans Hals. Es normal… el estilo es muy parecido. Nadie concebía que esta Serenata fuera pintada por una mujer.
Judith Leyster fue la primera mujer en los Países Bajos en convertirse en «maestra pintora». Era tan buena que en 1633, tras ser admitida en el Gremio de San Lucas de Haarlem, se le concedió el honor de dar clases de pintura a alumnos y abrir su propio estudio en la ciudad.
Como Hals, Leyster se especializó en alegres escenas de género: músicos, bebedores en tabernas, niños… gente sonriente o divirtiéndose. Era lo que compraban los clientes holandeses en ese increíble Siglo de Oro. También escenas domésticas como mujeres en labores del hogar
En 1636 Judith se casa con un tal Jan Miense Molenaer, un pintor objetivamente menos talentoso. Y como pintaban temas muy parecidos, la obra de Leyster fue durante mucho tiempo erróneamente atribuida a él. Además, al parecer, Leyster dejó de pintar tras el matrimonio. Hay muy pocas obras—que se sepa— pintadas después de 1636.
Esta es de unos años antes. Ni siquiera era aún «maestra pintora». ¡Pero vaya maestría! La iluminación y el uso del color hablan por sí mismos. Ese brillo del rojo de sus pantalones, esa luz en la cara, esa madera del laúd…