
Un retrato del artista como una sombra de su antiguo yo
No es para reírse.
Uno de los artistas estadounidenses más populares, valorados, queridos y apreciados hoy es Kerry James Marshall, un tío figurativo, muy bueno y también muy claro en cuanto a mensaje y a estética. Este señor es negro. Y a eso dedica gran parte de su arte, a hablar de su raza.
La negritud (blackness) es un filón. Marshall opta por que sus cuadros los protagonice gente de su raza, a veces exagerando hasta rozar la caricatura, mostrando sin pudor los estereotipos raciales con el típico y tópico negro sonriente, como es el caso. Sin un diente, además.
Los personajes de Marshall no pueden ser más negros. De hecho, este es directamente una silueta de color negro casi plano recortada sobre un fondo gris oscuro. El sonriente caballero es tan negro que hasta se confunde con su sombrero y su chaqueta. Lo único inmaculadamente blanco son sus ojos, su camisa y esos dientes. Es casi una sombra, más o menos como los negros en la historia del arte.
Marshall enfrenta su arte cara a cara con los prejuicios de la gente, unos prejuicios realmente enquistados en la sociedad de los Estados Unidos. Y también hace una reflexión sobre esa cultura occidental casi exclusivamente blanca. No es para reírse.