Una sutileza o Maravilloso bebé de azúcar
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Escultura hecha de azúcar.
Casi siempre asociamos las esculturas a piezas permanentes en las que la intención del artista es que nos sobrevivan, que lo representado esté ahí forever and ever; por ello, los materiales más habituales son duraderos: piedra, mármol, bronce….
La artista estadounidense Kara Walker desarrolló, entre mayo y junio de 2014, un monumento completamente soluble y efímero ya que, a base de azúcar y melaza, planteó esta instalación en la que aparece una figura principal —una mujer negra representada como esfinge de más de 10 metros, que alude al trabajo esclavo en la arquitectura monumental— y tres niños negros inspirados en el estilo blackamoor.
Se expuso en la refinería Domino Sugar, un antiguo edificio de Brooklyn en el que se blanqueaba el azúcar crudo de las plantaciones del Caribe desde finales del XIX y que iba a ser demolido. Se trata, por tanto, de un site-specific esto es, una pieza ideada para un espacio determinado que la connota enormemente.
Nos lo explica la misma Walker, muy amiga de títulos largos que flipas: «Una sutileza; o maravilloso bebé de azúcar; un homenaje a los artesanos no remunerados y explotados que refinaron nuestro dulce gusto desde los cañaverales hasta las cocinas del nuevo mundo en ocasión de la demolición de la refinería Domino Sugar». Pues eso. No deja puntada sin hilo ya que una sutileza era una escultura hecha de azúcar para disfrute de los pudientes en la Edad Media; primero la admiraban y luego se la zampaban.
La parte trasera de la figura no deja lugar a dudas sobre el mensaje de la artista. Aparece la señora toda «ofrecida» —como diría la vieja’l visillo— en una imagen que recuerda a Untitled, rape scene (1973) de Ana Mendieta, en la que la artista se expuso desnuda de cintura para abajo recreando explícitamente una escena de violación. Walker abarca con este trabajo las relaciones de poder no sólo como cuerpo-mujer-violencia sino que las amplía al territorio-raza-ruina.