Lo que se llevó
Romance histórico de una guerra civil tal como ocurrió entre los muslos morenos de una joven negra y su corazón.
Esta obra de Kara Walker fue exhibida por primera vez en The Drawing Center de Nueva York, en 1994, en una exposición colectiva a la que fue invitada a participar y que será el pistoletazo de salida en una carrera imparable como artista de proyección internacional.
Enfrentarse a una obra de Walker lleva su tiempo ya que coloca —negro sobre blanco, en sentido literal y figurado—, una historia con cierta apariencia ñoña y romántica que, a medida que vamos recorriendo, se convierte en un relato cruel de sexo, violencia y dominación. Lo que se llevó… como el resto de trabajos de Walker está lleno de detalles a los que debemos estar atentos. En esta ocasión hace un guiño a la novela de Margaret Mitchell Lo que el viento se llevó, así como a un pasaje de The Clansman, de Thomas Dixon, Jr., uno de los textos básicos del Ku Klux Klan.
Por ejemplo, fijaos en la pareja de la izquierda: debajo de la falda de la joven con pinta de señorita Escarlata hay un invitado oculto, ya que aparecen cuatro piernas. El cursi y cornudo caballero aguijonea a un niño negro que parece llamar a su madre con apariencia de bote que, quizás, aluda a los barcos de esclavos. Seguimos: sobre una roca hay un joven blanco al que, parece, una chica negra le está haciendo un trabajito de sexo oral mientras tiende su mano hacia una figura en el aire que vuela gracias a su enorme pene. Más adelante, una mujer negra da a luz a dos bebés, apuesto que mulatos, al lado de una esclava que parece ser agredida sexualmente.
No aparece ni una gota de sangre, ni una lágrima ni ninguna otra evidencia clara de sufrimiento pero está ahí, como una sombra, destacando que hay formas brutales, pero también sutiles de abuso de poder que existieron, existen y existirán.
En todo esto lo más interesante es la ambigüedad de lo representado, nuestro propio descubrimiento, la puesta en escena de una parte de la Historia que ha de ser replanteada porque, como declara la propia Walker, la negritud y la blancura no dejan de ser construcciones sociales.